Reseña: Animal Man (Grant Morrison, Chaz Truog, Tatjana Wood y más)

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LA INVASIÓN BRITÁNICA DEL CÓMIC SUPERHERÓICO: UNE AUTORE DE ESCOCIA Y REORGANIZACIÓN DE DC

Aunque siempre es un tema muy debatible me gusta el término esenciales para destacar obras que han marcado un género o medio. Nunca nada será una lectura imprescindible ni será lo que te de el carnet de lector de cómics (más que nada porque eso no existe) pero sí que encuentro interesante buscar los puntos de anclaje entre lo que vino y lo que vendrá. Pues en una lista de ese estilo yo pondría esta etapa sin duda.

Las 26 grapas del Animal Man de Morrison no son ni una culminación ni un inicio si no una pieza fundamental de un cambio conjunto que había empezado en DC y que quedaría ligado, entre muchos otros, a los nombres de Karen Berger y Alan Moore.

Estos dos titanes de la industria fueron punta de lanza en la aparición de unos cómics de temática considerada más madura, una interpretación de la composición de viñetas novedosa y con guiones que presentaban un lenguaje a menudo diferente, más cuidado. Aunque ellos no fuesen los primeros podemos trazar en este punto la aparición y popularidad de una oleada de autores de las islas británicas entre los que encontramos a Morrison y la colección que nos ocupa hoy.

Por último influenció en este proceso el evento crisis en tierras infinitas de DC que desde el 85 había reorganizado el status quo a través de un crossover masivo.

ANIMAL MAN: CONCEPCIÓN Y EQUIPO CREATIVO

Según palabras de le propie autore para la compilación en tomo era 1987, tras el éxito de la cosa del pantano, cuando fue escogide junto a otros escritores para revivir a personajes de DC que hubiesen quedado apartados y darles una nueva vida editorial. Animal Man fue una elección propia, un héroe de Strange Adventures en los 60 que le había obsesionado.

El contrato era para una miniserie de solo cuatro números en los que su objetivo fue ahondar, precisamente, en la tarea asignada: un super de tercera clase, poco conocido, sin grandes fuentes de dinero, que tiene que lidiar con su vida familiar y su ideología que, muy venida al caso, incluye la lucha por los derechos de los animales.

Pero si esto ya era interesante todo se vuelve especialmente jugoso cuando le ofrecen continuar la colección. De nuevo, citando su propia introducción, Morrison dice que no quiso ahondar en la tan popular idea en ese momento de los héroes oscuros, los problemas emocionales y las narrativas que centran el hiperrealismo en el dolor. Lo que hizo, otra vez, fue concentrarse en la tarea asignada y explorar desde múltiples puntos de vista el significado de la popularidad y la ficción y el consumo que hacemos de ella.

Animal Man es la carta de amor al género y al medio de une niñe cruel. Pero niñe al fin y al cabo.

Al final el proyecto duró 26 números, entre medias comenzó con la Doom Patrol, y terminó en 1990.

Pero por supuesto esto es un cómic y el guionista no hizo todo el trabajo él solo.

A los lápices estuvieron Chaz Truog (a veces lo vais a encontrar también escrito como Chas), Doug Hazlewood y Tom Grummett. Las portadas, excelentes, son obra de Brian Bolland, el color de Tatjana Wood y la rotulación de John Constanza. La edición fue de la ya mencionada Karen Berger y de Art Young.

Quizá el estilo hoy en día se vea un poco anticuado sobre todo porque la impresión del color ha cambiado muchísimo, pero a mí me entra muy bien por los ojos. Me encanta el diseño, el traje de mallas con la chaqueta, el pelo revuelto, el crío con al camiseta de Lestat, lo paródico que es a veces y también, lo reconozco, cuando al final se vuelve extraño.

El mismo viaje que Morrison hizo hacia la abstracción y lo meta para el guion fue acompañado de experimentación gráfica muy lograda e impactante, caminando entre varios estilos con soltura. Me gusta cuando busca el reflejo de lo super y es también excelente explorando lo patético, lo cómico y lo puramente metafórico.

LA TRAMA DE ANIMAL MAN

Pero ¿de qué va esta cabecera? pues es la historia de Buddy Baker, un superhéroe retirado casado y con hijos que intenta, de nuevo, entrar en las grandes ligas siendo fiel a su posición contra el maltrato animal. Esto es así, sobre todo, en las cuatro primeras grapas que iban a funcionar como una única historia.

Por momentos es bastante ridículo, con malos a los que es muy difícil tomarse en serio y que parecen una burla y situaciones que varían entre lo tontorrón y el mal gusto. A la vez, sin entrar aún en la subtrama, es en todo momento un cómic que busca ser incisivo.

Al final del día es, sobre todo, un cómic sobre la necesidad económica que impulsa el trato que tenemos con la naturaleza, la posición de los gobiernos y la verdadera fuerza del hombre de clase media.

Morrison plantea todo tipo de rupturas, quejas y vueltas a los conceptos que le sugirieron para trabajar y el resultado es un cómic que, incluso sin todo lo demás que vamos a tratar, sería interesante. Aún así me ha molestado durante toda la lectura que quiera ser tan rompedor en unos temas y a la vez tan poco en otros.

Casi al inicio del cómic hay un intento de violación que se podría haber ahorrado perfectamente. Está en parte atado con el mensaje final pero en realidad es una escena desagradable al extremo, gratuita en el sentido de que no aporta en absoluto a la narrativa y me enfadó bastante.

Y luego está la relación de Buddy con su familia. Haciendo esta entrada me ha sorprendido mucho ver cosas como que la editorial le define en el resumen para promocionar la obra como un cariñoso marido y padre entregado. Con honestidad yo lo que he leído es la historia de un hombre negligente en todas y cada una de las relaciones que mantiene.

De hecho esto último no lo digo como crítica a Morrison, que de hecho creo que buscaba ese efecto, lo digo más como una sensación de no haber leído lo mismo que otras personas desde la más absoluta sorpresa. Es que no quiero hacer spoilers pero aunque empezamos con un super bajando gatitos de árboles pronto se hace patente que nunca está para nadie, tiene una tendencia escandalosa a dejar a sus hijos como una responsabilidad de su mujer, que tiene un trabajo al margen de las labores domésticas y lo que tiene con el resto de personajes de la historia es para leerlo.

De hecho, sin ver todo esto así, creo que una parte del final carece un poco de profundidad.

EL EVANGELIO DEL COYOTE, UN NUEVO GIRO

Cuatro números después lo que iba a ser una mini se convirtió en una serie larga y la vida familiar y los derechos de los animales con los que se introdujo la trama (y que siempre serían un punto fundamental en Animal Man) necesitaban nuevos enfoques y temas con los que mezclarse.

¿Y cuál fue la reacción de le autore? abrazar el que se ha convertido en su sello distintivo: lo raro y lo meta.

La grapa número cinco de la era Morrison planteó una historia conclusiva sobre comunicación, la evolución del cristianismo, la creación a todos sus niveles, el concepto de dios, la mitología y, por supuesto, los derechos de los animales que es una de las mejores 24 páginas que he leído.

Solo dura esto pero tiene ecos en toda la narrativa posterior y es el revulsivo que todo lo anterior necesitiba.

El evangelio del Coyote es la historia de Crafty, un coyote con inspiración clara en los Looney Tunes que se enfrenta a numerosas muertes, la incapacidad de comunicarse y los prejuicios. Mientras nuestro protagonista, Buddy, decide hacerse vegetariano, tira toda la carne de la casa sin ni siquiera hablarlo con su mujer o pensar en la cena de sus hijos pequeños y se va enfadado de la casa.

Aunque como me pasa a menudo en esta historia hubiera preferido que Morrison no usase a Ellen como un artefacto en la historia de Animal Man, reconozco que la contraposición funciona a pedir de boca.

LO QUE VINO DESPUÉS

Una vez Morrison abrió la veda a lo extraño y las metáforas exageradas nada en Animal Man volvió a ser lo mismo. Incluso en las historias más puramente superheroicas y tontorronas introdujo cosas que no tenían demasiado sentido y que iban preparando al lector para el apoteósico final.

Por supuesto no lo voy a spoilear. Para esta reseña baste decir que las piezas encajaron, lo sublime y lo ridículo se mezclaron de manera exquisita y aunque para mi gusto también repleto de pequeñas historias intrascendentes un poco aburridas culminó el trabajo de estos grandes artistas por todo lo alto.

EDICIÓN EN ESPAÑOL

La más actual es la de ECC, dividida en tres tomos. No obstante el primero está ya descatalogado.

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