Reseña: «Los novios del invierno» (Christelle Dabos)

En Los novios del invierno seguimos la historia de Ophélie, una chica muy jovencita con el poder de leer el pasado de los objetos y el de viajar entre espejos. Tiene una vida tranquila, no muy sociable, dedicada a su trabajo en el museo de su ciudad hasta que deciden casarla sin su consentimiento. Para más inri su prometido es nativo de una tierra fría y extraña, llena de intrigas y violencia, a la que la protagonista debe mudarse por el resto de sus días.

Si os digo la verdad esta era una lectura improbable para mí. El argumento, con la boda, se me hace un tipo de fantasía juvenil que no me atrae lo más mínimo. No me apasiona la idea de les forzaron a estar juntos, muy probablemente se enamoren, tonterías entre medias.

No obstante llevaba ya vistas varias reseñas de gente con gustos parecidos al mío ponerlo por las nubes, la portada es espectacular, estaba en la biblioteca y dije por qué no. Y menos mal que lo hice porque este libro (y, por lo que llevo del segundo, quizá la saga) es maravilloso.

Para empezar, si os estáis pensando darle una oportunidad, la base es ¿os gustan las películas del Estudio Ghibli? Porque esta es la pieza de narrativa que he visto en mi vida que mejor capta la esencia.

Una parte es su sentido de la maravilla y de la estética, muy similar sobre todo a El Castillo Ambulante. Pero, sobre todo, es en su demografía por edades donde lo clava.

He hablado ya muchas veces en Gorgonas de lo mal que, en mi opinión, se categorizan los libros. Autoras a juvenil por defecto, adulto o grimdark en cuanto hay algo de gore: y todo en una espiral cambiante al servicio del hype y nunca de la persona que no se quiere dejar el dinero en un libro que no es lo que buscaba (y al que va a terminar dejando una mala reseña).

Pero, al margen de eso, hay algunas obras que creo que desafían especialmente nuestra manera de entender género, subgénero y demografía. Que escapan a los corsés del mercado. Las películas de Ghibli, no solo las de Miyazaki, son películas que pueden ver niños. Algunas, como Ponyo, son decididamente infantiles. Pero ¿es Mononoke una película para niños?

Sin duda la puede ver un niño. O al menos un pre adolescente. El grupo de edad al que se dirige Harry Potter por ejemplo. A un adolescente le puede maravillar. Y, desde luego, el público más joven no se merece que les traten como tontos. Se merecen trabajos complejos, no masticados y que les marquen. Creo que todos hemos tenido de esos.

Sin embargo, como decía ¿es Mononoke una película para niños? Miyazaki, el director, probablemente dirá que sí. Yo os dejo la pregunta ahí, para que le déis la respuesta que queráis. Los novios del invierno está catalogado como juvenil. En mi opinión debe estar en la misma estantería en la que pondríais la mayoría de las películas de este estudio y, sobretodo, de este director.

Hago hincapié en esto porque yo, cuando empecé la lectura, me sorprendí mucho al sentir que no era juvenil si no la etapa un poco previa (lo que en inglés se conoce como middle grade). Y, de pronto, cuando me quise dar cuenta ya no tenía claro nada. Lo puede leer un niño, lo puede leer un adolescente, hay cosas que solo vas a entender de adulto.

La similitud es intencional. La autora lista, sobre todo, El viaje de Chihiro y El Castillo Ambulante entre sus inspiraciones.

Otra de las cosas que cita es Orgullo y Prejuicio.

Hay una corriente nada desdeñable en fantasía que, con obras como Garras y Colmillos de Jo Walton, ha ido explorando las tramas políticas y sociales desde el ámbito del espacio reservado para las mujeres en los mundos romántico y victoriano.

Aquí nos vamos también con Los novios del invierno.

Sé que es un tipo de trama que a mucha gente no le gusta. Que del género les atrae un tipo de acción y proactividad que no se da aquí. Si ese es vuestro gusto, os aviso desde ya que por mucho que os enganche una peli de Ghibli este libro no es para vosotros.

En lo personal, a mí me encanta. Adoro leer este tipo de tramas y, además, creo que es muy importante el trabajo de representación que hacen. A veces siento y, de nuevo, esto es completamente subjetivo, que nos cuesta más ver la crudeza a la que llegan este tipo de historias por su apego a normas sociales y modales. Pero alcanzan cuotas que ponen la piel de gallina.

Los novios del invierno a priori sigue una lista de tropos muy básica a pies juntillas. Y, por eso mismo, en este libro en especial, creo que a veces es difícil percibir hasta qué punto es complejo y el nivel de adultez o no que tienen sus tramas.

Creo que el momento exacto en el que te das cuenta es cuando intentas contárselo a alguien o escribir no una reseña si no un análisis. Cuando para explicar un arquetipo extremadamente sencillo te encuentras añadiendo palabras.

Mi punto de mayor maravilla con la autora está en la protagonista.

Ophélie es la viva imagen de la chica que no es como las otras chicas. Bella en La Bella y la Bestia. La de Crepúsculo, Vin en Nacidos de la Bruma. O la propia Elizabeth Bennet. Ya sabéis, la mujer que es culta, que no está obsesionada con la moda, que no es consciente de su efecto en los demás y que termina siendo el objeto de obsesión de cada señor gracias a ese supuesto factor diferenciador.

Pasa con este arquetipo que tiene cosas que me encantan y que la mayoría de las protagonistas que lo tienen me terminan cayendo francamente mal. Y de una manera que, además, a menudo me molesta a la hora de disfrutar la obra. Desde el clasismo de Bella en la película de animación de Disney, a la constante búsqueda de definir la feminidad de Vin o los comentarios sobre las otras mujeres (no vampiras) de la protagonista de Crepúsculo termino hasta las narices.

No es el caso de Ophélie. Incluso más allá de ese tropo, es una de las pocas veces que he leído a un protagonista actuar durante una obra entera de manera coherente con su personalidad. Y, además, sin estar denostando demasiado a otras mujeres, teniendo relación con ellas y tratando sus gustos y peculiaridades simplemente como algo más. Algo que en una medida u otra encuentras en cada personaje. Todo ello sin abandonar la parte básica de que, se supone, es especial.

Es como es para bien y para mal. Capaz de avanzar pero fiel a su núcleo de construcción. Y me resulta gaciosísima la diferencia entre lo que lees desde su punto de vista y lo que tú estás viendo que está percibiendo el resto de personajes. Es brillante. Creo que Christelle Dabos de verdad sabe lo que se hace escribiendo a la chica con manías, que habla bajito, se tropieza y todo lo que quiere es que la dejen en paz en su museo.

Y el contrapunto se lo hace su Señor Darcy, el hosco y norteño Thorn. Es que desde el nombre ya sabes lo que te vas a encontrar. Mucho menos construido que Ophélie, con mucho menos espacio, es un personaje que funciona a la perfección porque ella está bien escrita por los dos. Él solo tiene que estar ahí siendo desconcertante y ya con eso funciona como un reloj.

Esto ya se daba en Orgullo y Prejuicio, que la construcción de lo que está pasando en la cabeza de la protagonista al tratar con un hombre que no es claro, es lo que moldea la trama. Es un tropo muy gracioso cuando se hace bien. A mí me encanta. Son un roto para un descosido hasta el punto de hacerme superar el recelo al tema boda pactada.

El resto de personajes, curiosamente, funcionan bien por sí mismos. El plantel es grande y el ir descubriendo de qué es capaz cada uno, la diferencia entre familias y estratos sociales, se vuelve uno de los grandes atractivos de la novela. Hasta tal punto que prefiero no decir nada porque merece la pena ir descubriéndolos.

En cuanto a la trama en sí, es muy político y muy francés. Imaginaos la corte de Versalles ubicada en un lugar más frío y dibujada por Miyazaki. Este primer libro no es que tenga en sí un gran comentario social, pero está en el trasfondo y se ve que va a ir creciendo. A lo que juega en concreto es a la intriga, al en quién puedes confiar y en quién no, todo con crímenes entre medias.

Sí os aviso de que el libro no termina de ser redondo. Hay partes que se arrastran un poco, no mantienen el interés igual, y le pesa un poco el ser el primero de una saga de misterio que no sabe hasta donde construir porque pretende funcionar por sí solo.

Por otro lado esta vez sí lo he leído en español. Me ha gustado bastante, la edición está en la línea de Nocturna en cuanto a formato y a mí se me hacen cómodos. Es, además, precioso. Y cuenta al final con una ilustración de Laia López espectacular.

No tengo quejas con la traducción, me ha gustado bastante el estilo. Sé que en el francés original tiene algunos usos dialectales marcados y no sé si, en ese sentido, se ha perdido algo. No obstante yo no he notado nada que me moleste en la lectura. Quizá algún artículo que yo quitaría, o alguna errata. Pero sin más.

Por no extender más esta entrada, que ya pasa de las 1600 palabras, lo voy a dejar aquí. Pero podría seguir hablando mucho mucho tiempo de este libro.

Así que ya sabéis, si os gustan las películas de Miyazaki, Orgullo y Prejucio, la intriga palaciega Versallesca y tenéis ganas de algo entre infantil, juvenil y adulto en Los novios del invierno está la mezcla perfecta.

  • Autora: Christelle Dabos
  • Título original: Les fiancés de l’hiver
  • Traducción: J.E. Salgar
  • Año de publicación original: 2013
  • Editorial: Nocturna
  • ISBN: 978-84-18440-27-4
  • Páginas: 512
  • Precio: 19,00 €
  • Colección: La pasaespejos (1/4)



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