
Hemos vuelto a casa por Navidad, Whovians. Toca reunión familiar.
¿Lo echabais tanto de menos como yo? ¿Habéis vuelto a ver la balada de Russell y Julie estos días?
Para mí este es un equipo de ensueño. Davies, Tennant, Tate. Y han cumplido mis espectativas. No me avergüenza decir que se me ha escapado alguna lagrimilla de la emoción.
A partir de aquí vamos con spoilers. Si no habéis visto el capítulo aún, no sigáis.
Hay varias peculiaridades a hacer episodios de aniversario. Tienen que ser historias cortas, que den guiños al futuro pero que sirvan sobre todo para los fans del pasado de la saga, tienen que atacar a la nostalgia y el cariño. En este caso, sobre todo, Davies dice hola de nuevo a los fans y nos trae nuestro regalo por las fiestas: el décimo doctor, ahora también decimocuarto, y su maravillosa compañera Donna.

Si alguien tenía alguna duda sobre si su química seguiría funcionando aquí está la respuesta, es explosiva. Y el trabajo de reencuentro es soberbio. Creo que nos representa a todos. La tensión de volver a verles en pantalla son ellos cuando el Doctor retira las cajas y se encuentra la cara de Donna. Gritan Rose y todos abrimos mucho los ojos. Cada guiño es celebrado, cada avance va rompiendo el hielo. Y según ellos van pasándose el destornillador sónico y trabajan en equipo el espectador, yo, ya está otra vez cómodo y pasada la fase de extrañar.
El capítulo es tontorrón en el buen sentido en el que lo es Doctor Who. Sin pretensiones en algunas cosas pero muy ambicioso en el fondo, lleno de esperanza, de búsqueda de soluciones y del deseo por ser mejores pero sin dejar de ser raros. Es divertido, es dramático. Es Russel T. Davies de vuelta y esta vez ha decidido gritarle al mundo un buen no queríais caldo, pues tomad dos cazos.
Me ha gustado muchísimo la idea del personaje de la hija de Donna, el debate familiar sobre cagarla, no saber pero querer hacerlo bien, la corrección del uso de pronombres al Doctor y la naturalidad con la que funciona.
No me ha apasionado, sin embargo, la actriz para Rose Noble, Yasmin Finney. En una serie y, sobre todo en este capítulo, donde lo que importa son los sentimientos ella se me ha hecho fría y distante en cada escena. Parecía exageradamente incómoda sobre todo con el contacto físico. No sé si es una decisión sobre el personaje y en realidad ella no tenga culpa, pero no me ha pegado nada Es más, su momento de triunfo se me ha quedado vacío porque no la veía involucrada con su papel.

Tampoco se ha quedado regular solo por eso, en cualquier caso. Igual que apoyo muchísimo el resto del mensaje y la manera en la que lo reflejan, la resolución con un es que ahora eres un Doctor masculino y no lo entenderías la encuentro un poco torpe, simplista y, la verdad, ridícula. Para empezar era mujer hace nada ¿se le ha ido toda la experiencia?
Porque yo diría que no y que, además, esto mismo queda entredicho cuando hay una escena específica para enseñar la evolución del Doctor. Para recalcar que este ya no es simplemente el décimo.
Además en un sentido más profundo, más allá de lo que significa una regeneración para el Doctor, es una idea del género que encuentro un poco extraña. El que tú cambies totalmente porque cambie esa definición de ti. Más bien tú eres quien eres y lo que cambia es la percepción de tu entorno, la manera en la que te tratan. Y dentro de eso tú te sentirás más o menos libre, mejor o peor.

En fin, tampoco soy la persona más adecuada para hablar sobre este tema.
Y, volviendo a la escena en la que esta nueva reencarnación del Doctor se empieza a definir con palabras y a examinar sus cambios, qué maravilla. Está muy bien escrita pero es que, además, Tennant la borda.
Disfruto tantísimo verle en este papel, verle recuperar los gestos, la velocidad caótica del personaje, el ritmo. Y a la vez añadirle nuevas cosas, nuevos tonos, ser el décimo y el decimo catorce.
Además comparte aquí diálogo con Ruth Madeley en su papel de asesora científica 56 de U.N.I.T. Qué importante es la representación, me ha gustado mucho verla y el tema de las escaleras de las narices ha sido una gran metáfora. Por supuesto contrapuesta a que lanza cohetes desde su silla. Y dardos. Una maravilla.

También es destacable que, uno de los grandes avances esta temporada, es que el aspecto estético está increíble. Yo prefiero los muñecos y las prótesis al 3D, lo que hay en este capítulo se ve estupendo y diría que el presupuesto va muy bien usado.
Terminamos con nuevo diseño para la TARDIS. Muy en la línea del especial es muy clásico pero más amplio, que se vea el dinero, pero sin intentar convertir esto en una cosa que no es. Todo es tan analógico y lleno de brillos como debe. Por esas rampas te cabe una silla de ruedas. Todo síes.
Encima da café y, que parezca haberlo hecho aposta sabiendo lo que le pasó a Donna en su anterior trabajo para autosabotearse y mandarla a la aventura con el Doctor, ha sido de las tonterías que más me han gustado.
Catherine Tate está estupenda, proyecta la voz tan bien como siempre y es una de estas personas que ocupa un espacio enorme en pantalla. Que atrae la cámara. A ella no le ha ayudado tanto el guión como a Tennant, pero en ese papel que en el fondo somos todos nosotros ha hecho su hueco y lo ha hecho perfecto. Por algo es mi compañera favorita.

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