
Llevo todo el año sabiendo que quería releer al menos uno o dos libros de Narnia estas Navidades. Es una saga que me recuerda mucho a estas fechas, entera, y eso que este primer o penúltimo libro, según se mire, sucede en verano.
A la vez tenía un poco de miedo de desencantarme con la saga. Mientras mi estima por Tolkien ha ido creciendo aún más, mi opinión de Lewis (en ambos casos hablo solo como autor) ha ido en la dirección contraria.
Al final me ha sorprendido para bien y no sabéis lo feliz que eso me ha hecho.
Por lo demás hay dos cosas que tenéis que saber antes de introducirnos a fondo en la reseña.
La primera es que, como decía en el primer párrafo, vais a ver este libro colocado en un orden u otro dependiendo de la edición. Cronológicamente es el primero, es la creación de Narnia. Técnicamente eso significa que, si vais a seguir otro orden de lectura, puede ser que encontréis esta entrada como un spoiler. A la vez, decir que aquí puede haber spoilers es decir mucho.
Esta precuela nació para dar respuesta a cabos sueltos pero la realidad es que Lewis se pasa el canon por lugares poco elegantes. Si queréis buena continuidad creedme, este no es vuestro autor. Por otro lado, a nivel personal, si esta va a ser vuestra primera lectura de la saga os recomiendo mucho seguir el orden de publicación.
La segunda cosa es que, si la fantasía occidental ha tendido a beber mucho del cristianismo y el judaísmo, lo de Narnia pasa de ahí a considerarse, de manera absoluta, una alegoría. Si esto os molesta, de nuevo, no intentéis entrar aquí. No os va a gustar. Tiene mucho de diversas mitologías y le encanta tomar prestado de otros autores. Para mí lo hace muy bien, pero en el fondo es lo que es y nunca se desvía de ello.
¿Sabéis esta cosa tan básica en la construcción del cristianismo de utilizar todo el canon de fiestas y textos de otras culturas para poner sus cosas? Pues punto por punto, Narnia.
Podríamos hablar muchísimo de este tema pero, como esta es específicamente la reseña de El sobrino del mago, vamos a ponernos con ello.
En este libro seguimos la historia de Digory, un niño que se ve forzado a estar en Londres contra su voluntad cuando su madre enferma y su padre se marcha a India. Allí vive con sus tíos, una mujer normal y un hombre horrible llamado Andrew del que sospecha que puede ser un mago.
Hecho un desastre, conoce a nuestra otra protagonista, Polly, una vecina que rápidamente se convierte en su compañera de juegos. Ambos terminan engañados por el desagradable tío, viajando a través de varios mundos y, finalmente, encontrando Narnia.
La precuela nos lleva a finales de época victoriana y tiene un inicio evocador y lleno de referencias a otras obras. A mí me encanta.
Esta es una historia sobre algo que sucedió hace mucho tiempo, cuanto tu abuelo era niño. Es una historia muy importante, porque relata cómo empezaron todas las idas y venidas entre este mundo y la tierra de Narnia.
En aquellos días el señor Sherlock Holmes aún vivía en la calle Baker, y os Bastable buscaban tesoros en Lewisham Road. En aquellos días, si hubieras sido niño, habrías tenido que usar todos los días el cuello duro de Eton; y los colegios eran, por lo general, más antipáticos que ahora. Pero la comida era exquisita, y e cuanto a los dulces, no te diré lo baratos y buenos que eran, porque se te haría agua la boca en vano. Y en aquellos días vivía en Londres una niña llamada Polly Plummer.
Si os estáis preguntando por la mención a los dulces y el precio tened en mente que está publicado en 1955. Es decir, el mundo post Segunda Guerra Mundial. Como podéis ver en la web del Imperial War Museum el último año de los racionamientos de comida en Inglaterra fue, justo, 1954.
Siguiendo con la historia vamos llegando a las cosas malas. Justo cuando llega a la parte más emocionante, cuando van a empezar a viajar, hay una escena que detesto. Pasa bastante pronto en el libro, aunque siendo justos es un libro tan corto (lo podéis leer perfectamente en uno o dos días) que pronto es relativo. Pero permitidme que la detalle un poco.
Sin querer, los protagonistas se cuelan en el despacho del tío de Digory, Andrew. El señor es muy turbio, claramente malo, y ambos niños son conscientes de que tienen que salir de ahí. Pues bien ¿Qué se le ocurre a Lewis que puede hacer? Decirle a la niña, Polly, que es guapísima. Y como la llaman guapa, en una habitación que acaba de cerrar con llave, y le ofrece un anillo bonito, ella se relaja completamente y se deja engañar.
Yo, de verdad, no sé cómo se pensaba Lewis que son las niñas ¿Le hubiera hecho tranquilizarse a él? ¿Cómo puede creerse algo así? Me molesta muchísimo esa escena. Me parece ridícula y escrita con una vaguería absoluta. Con ganas de tirar hacia delante con la historia sin importar qué.
Además es peor si miras al personaje de manera global. Carismática no es, pero tonta tampoco. Es más, en las aventuras que vienen después ella tiene mucha más cabeza que Digory. Se ve que su única debilidad es que le doren la píldora.
Aún así, como os decía, el libro me ha sorprendido para bien.
Una vez que empieza la trama hay dos cosas que brillan especialmente. La primera es el lugar entre mundos, un espacio con unas charcas que no es que salga mucho pero es en realidad el centro de la historia. No quiero decir demasiado, pero tiene el aire perfecto para una historia infantil.
La segunda es la presentación de Jadis, la Bruja Blanca, verdadera némesis de El sobrino del mago. Si sabéis algo de Narnia, incluso si no os habéis leído los libros, probablemente tenéis idea de su existencia.
Jadis es oriunda de Charn, un mundo que exploramos brevemente con una escena que tiene un poco de sabor a Alicia en el País de las Maravillas. Para mí, el mejor momento de la novela.
La escena en sí merece mucho la pena. Pero creo que hay partes importantes del mensaje a destacar y que pueden inclinar vuestros gustos de un lado u otro.
La Bruja es muy poderosa. Una bruja de verdad, con todas las de la ley, no un personajillo como el del tío. Ambos son lo dos únicos usuarios de magia y los dos son representaciones negativas. Y quizá penséis que estoy diciendo una tontería, pero dejadme expandir un poco esto.
Si leéis la novela al final va a aparecer un león que obra milagros, Aslan. Aslan no cuenta, a pesar de ser más poderoso, porque es una alegoría de dios. La bruja y el tío, en cambio, son mortales jugando con fuerzas de la naturaleza que no deberían estar en su poder.
Y, junto a esto, la clave es que Andrew, el tío, no es en realidad un mago. Cuenta una historia sobre tener un Hada Madrina, tiene acceso a los objetos que permiten los viajes entre mundos, pero todo lo que sabemos de él es que realiza experimentos.
Es decir, lo que Lewis está haciendo es una metáfora sobre la ciencia. Honestamente, no es sutil. No creo que sea una opinión mía. En lo personal, no todo vale por la ciencia. Los límites morales existen. La época que vivió el autor fue muy intensa en todo este sentido. Pero para mí la crítica y sentencia se sienten demasiado amplias, demasiado religiosas.
No es tanto un no hagas daño al prójimo como un no te metas en el terreno de dios ¿Y qué es exactamente el terreno de dios?
El mensaje de la novela es bastante específico en este sentido. No os voy a destripar cómo pasa, pero todo trata de Adán y Eva, de caer o no en el pecado original. Que, por supuesto, no deja de ser el conocimiento al final del día. Con un matiz, que es el de si eres bueno te pasarán cosas buenas.
Sea como sea tampoco siento que aquí te lo meta con un embudo. Va todo bastante bien hilado con el clásico niños, no seáis egoístas.
Llegados a este punto, si os estáis preguntando por Narnia en sí, es normal. Cuando estás leyéndotelo también te lo preguntas. No, no sale mucho. Aparece sobre todo al final, para que Lewis pueda lucirse en una reescritura del Génesis bíblico. Como os decía al principio de la entrada, busca atar cabos y a la vez no los ata nada bien, pero en este proceso da explicación a diversos elementos geográficos y míticos que continuarán a lo largo de la historia. Desde la farola, a la familia real, hasta por qué unos animales hablan y otros no.
Sentido poco y rompe bastante con la maravilla de lo de después, pero si lo disocias está bien.
Además, todo el libro tiene mucho de El Paraíso Perdido de John Milton, pero nada más que esta sección. Es bastante curioso.
En cualquier caso, aunque es muy descriptivo y a veces para mi gusto grandilocuente, no quiero dejaros con la impresión de que El sobrino del mago sea una lectura densa. Es, por encima de todo, un libro para niños. Sobre llevar la cara sucia, liarla parda porque no sabes contenerte, ser leal a tus amigos, destrozar Londres, un caballo llamado Fresa, volar.
Si os gustan las historias infantiles británicas esta tiene todo lo clásico y encantador. Y al final es lo que más se nota cuando lo estás leyendo.
De las increíbles y maravillosas ilustraciones de Pauline Baynes para la saga hablaremos en otra entrada.

- Título original: The Magician’s Nephew
- Autor: C.S. Lewis
- Ilustradora: Pauline Baynes
- Publicación original: 1955
- Editorial: Planetalector
- Traducción: Gemma Gallart
- Páginas: 304
- ISBN: 978-8408099024
- Precio: Descatalogado
- Pero disponible en digital 5’69€
- Género: fantasía. Infantil
- Saga: Las crónicas de Narnia 1/7
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