Reseña: El ladrón de cuerpos (Anne Rice)

Después de desencantarme con el libro que más esperaba en esta relectura, La Reina de los Condenados, me costó un poco ponerme con El ladrón de cuerpos. De adolescente poco más o menos odiaba este libro. Me parecía ridículo, no soportaba a Lestat, hay una escena de una violación que me enerva y no aguantaba lo exageradamente lento que es todo cuando se trata de Anne Rice.

Pero aquí estamos ahora, muchos años después, en el mundo al revés. Me lo he pasado genial con esta novela.

No es que esta vez me haya molestado menos el tema de la violación, el señor confederado o esas cosas extrañas en general que mete Anne Rice. Pero esta vez no se me ha hecho lento. De hecho me ha parecido apasionante.

Y aquí un inciso.

Ya he hablado alguna vez de esto respecto a Stephen King. Entiendo que la incomodidad es parte del terror. Que la visión de un autor no está en las acciones de sus personajes y que ponerle freno a este género es ir en contra de la naturaleza del mismo.

En el caso de Anne Rice en concreto, parte de Lestat es su lucha interna sobre su bondad o maldad. La manera en la que se santifica, se compara con todo lo divino y a continuación realiza de manera completamente casual la escena más malvada, cruel y egoísta que puedas imaginarte. Es sobre lo que se construye todo el carisma del personaje.

No voy a entrar en spoilers dentro de la escena de violación de la que hablo. Pero sí os diré que me parece, en el contexto, bien traída a la narrativa. Que explica cosas de Lestat y que, aunque no conecto con que percibo que pretende ser humorística, aunque no me guste a mí en específico no critico a la autora por ello.

Lo que sí pienso es que la visión de gloria decadente del sur de Estados Unidos, aunque sea estéticamente llamativa y atrayente, unida al trato que da a los negros, sus descripciones de selvas y de otras culturas es problemática. No creo que haya ningún problema con leer sus libros, yo lo estoy haciendo como véis. Y de hecho creo que ella intentaba al menos hasta cierto punto ser más abierta de lo que era. Pero tampoco creo que sea justificable y opino que una lectura crítica de lo que consumimos es esencial.

Dejando esto a un lado y siguiendo con la historia, habiendo cerrado La Reina de los Condenados la suerte de trilogía que compone el principio de la saga, estamos ante una historia con mucho menos peso trascendental para el mundo y autoconclusiva.

Creo que gana mucho si conocéis a los personajes de antes, sobre todo para poneros al día con el juego de dinámicas, pero la verdad es que defiendo que salvo excepciones concretas no hay libros malos para empezar esta saga.

Y, muy importante, creo que este es el libro donde los personajes se parecen más a los que han hecho para la serie de televisión.

Para esta historia hemos vuelto a Lestat como protagonista principal y narrador de excelencia, cosa que yo agradezco mucho. Estamos en Miami, en uno de los períodos depresivos que acompañan a nuestro príncipe del mal, y se va a centrar sobre todo en sus relaciones con David, Louis, el fantasma de Claudia y un perro.

Lo del perro por supuesto le da puntos positivos.

El argumento es bastante sencillo. Lestat está deprimido, con ideaciones suicidas y buscando llamar la atención de David. Este personaje es el jefe de la Talamasca que aparece ya en la anterior novela. Si venís aquí sin ningún conocimiento previo esto significa que es un anciano inglés, culto, atractivo, que estudia sucesos sobrenaturales.

A la vez un hombre bastante siniestro llamado Raglan James se presenta como un ladrón de cuerpos, es decir, una persona con la capacidad mágica para realizar posesiones. Su propuesta para Lestat es hacer un intercambio de cuerpos entre ambos por unos días, por probar.

Como lector sabes que es una mala idea en todo momento. Es más, todos los personajes que no son Lestat saben que es una mala idea.

Pero por supuesto que él acepta.

Así que si leéis El ladrón de cuerpos lo que vais a encontrar es una digresión de los motivos que llevaron a nuestro protagonista a este punto, qué pasa cuando Lestat acaba en un cuerpo mortal y consigue un perro y cómo se suceden el timo y la solución.

Miami está ahí para hacer especial hincapié en la luz, el sol y lo divino.

En este sentido creo que es especialmente interesante la introducción que hace:

Ah, Miami. The perfect place for this little passion play.

Una Passion Play o representación de la Pasión, por si no habéis caído o no estáis puestos en cosas religiosas, es una obra sobre el juicio, martirio y muerte de Cristo.

Y esto es, siguiendo el esquema que os he contado antes, lo que va a hacer Lestat. El juicio es el intento de suicidio al principio (inmolarse en el desierto), sus dudas sobre sí mismo, su decisión. El martirio cuando las cosas salen mal. La muerte, no os hago el spoiler yo os lo hace él, recordad, parte del proceso del final del libro. Con mucha dosis de toda la iconografía propia de esta historia por todas partes.

No es algo nuevo, claro. Las Crónicas vampíricas funcionan mejor cuanto más metido estés en las dudas mezcladas con fervor que padecía Anne Rice. En mi caso aprecio el discurso filosófico, lo estilístico y he estudiado religión varios años, así que me entretengo bastante con las referencias.

Aquí tenemos el emblema más importante del cristianismo con el adjetivo little, pequeño, en una historia que ya os he definido como más ligera y con menos importancia que los eventos en el anterior libro. Es una mezcla curiosa y un juego divertido.

En primera plana de todo esto está Rembrandt.

Una de las cosas específicas que la autora debate con más ahínco en su trabajo es la relación de los artistas y de lo estético con las doctrinas religiosas que le impusieron desde pequeña. Cuando leí los libros por primera vez detestaba el exceso descriptivo y la manera en la que se alarga a veces; ahora entiendo que, al margen de un gusto narrativo, es parte de la dialéctica que mantiene con su dios sobre el lugar de las cosas bellas en el mundo.

Aunque se menciona al genial pintor de Países Bajos en un tramo concreto de la novela, el trasfondo inventado que nos cuenta sirve de metáfora para toda la base de la historia. Y, aún más importante, si estáis haciendo lectura de toda la saga, para la siguiente novela si os interesa la continuidad recordad bien esta sección.

El Rembrandt de la novela es un hombre torturado, en medio de un pacto con el diablo y tratando de ganar el favor de dios a través de sus retratos. En su envejecimiento, en su aprendizaje, en la belleza que es capaz de reflejar, la pureza en las almas de otros, está describiendo la hermosura del mundo de lo efímero.

Los artistas, como los vampiros, son eternos, dicen.

Lestat ha vivido muchísimos años de lo efímero, sin poder formar parte de ello, y le tortura ser un cuadro y no parte de la experiencia real del mundo. Le tortura además que David Talbot no quiera ser partícipe de la eternidad. Le tortura que sea más fuerte que él en algún sentido, no poder dominarle. Que sea una buena persona.

Y es en la dicotomía entre lo bello y lo bueno donde se mueven los vampiros.

Desde aquí llegamos a la prometida trama del cambio de cuerpos. Es cierto que estoy haciendo muy larga esta entrada centrándome en las partes que más me gustan, pero también que la novela sucede lenta como ya he avisado.

Es bastante interesante cómo su relación con David, además de un discurso filosófico de mayor envergadura, llevan a Lestat a ser siempre un personaje alocado a la vez que meticuloso. Elegante y torpe.

Como os decía al principio hay parte del sentido del humor de la novela, del proceso de ver a Lestat como un humano desmañado, que no encaja conmigo. Aún así hay parte que sí y es bastante curioso. Es como si Anne Rice hubiera hecho fanfiction de su propio trabajo.

Creo que el climax de lo extraño en esta parte lo alcanza cuando se enamora de una monja.

No es que sea sorprendente. Es algo que esperas que Lestat haría, claro. Y además va en sintonía con la metáfora religiosa de la que no paro de hablar. Al final él se está comparando con Cristo y se supone que las monjas son sus novias. No había que darle muchas vueltas. Pero os aseguro que los giros que pone, unas escenas en un hospital que dan pie a imágenes que parecen sacadas de la piedad y la trama en sí de la susodicha monja, son de esos momentos entre la risa y el que me estás contando tan, tan propios de sus historias. Siempre se recuerdan cuando se habla de los momentos más absurdos de estas novelas.

En cualquier caso lo mejor es ver a Lestat con Louis y hablando de Claudia.

El fantasma de la niña vampira va a ser una constante, una manera de Lestat de tener un diálogo interno contradictorio y basado en otra característica muy cristiana, la autoflagelación. Este es otro elemento que vais a tener en novelas posteriores y que es bastante interesante. A mí estas secciones me han gustado mucho.

Aunque nada tanto como Louis. Da igual que sea poco, el libro merecería la pena solo por esto. El toma y daca entre ambos, la crueldad casual mezcladas con el amor obsesivo, la oposición de sus personalidades. Esta parte es bellísima, oscura, todo lo que está mal en una relación. Y es el mejor retrato de familia de estos dos personajes en toda la saga.

Primero porque en las dos entregas que empiezan la saga no pueden intercambiar puntos de vista y, segundo, porque en La Reina de los Condenados no tienen el espacio que necesitan. Pero aquí, en este pequeño trozo de libro, está todo de golpe.

Y la manera en la que hablan de lealtad mientras flotan los cuchillos, mientras Lestat habla de ser bueno pero no se niega a sí mismo su crueldad y venganza, es brillante. Es tan controlador y tan dramático. Tan exagerado en todos sus actos y pensamientos. Pero es que además Louis le da el contrapunto perfecto. No lo deja caer en saco roto.

Encima es gracioso. Mucho.

Por otro lado si os interesa el discurso religioso que va montando la autora aquí van soltando verdaderas joyitas.

Lamentablemente la historia y la reseña tienen que continuar, llegando ya a la la resolución.

Vuelve a cobrar protagonismo David, al que perderéis durante un tramo de historia, y está bien verles interactuar. No puedo entrar mucho porque ya incurriría en spoilers, pero el final del caso no está mal y es divertido estar esperando dónde va a volver a liarla parda Lestat.

Lo que pasa es que ay, Anne Rice. No os engaño si os digo que este libro tiene lo peor y lo mejor de esta autora. Y lo peor, para mí, es muy malo. Entre selvas, doctores y cosas raras empiezas a pensar que ojalá el libro fuese solo sobre un romance con una monja normal.

Pero bueno. Respirad hondo. Formad vuestras propias conclusiones sobre esa parte.

Porque luego, las últimas páginas, son puro Lestat desatado y hay que leerlas.

Otras reseñas de la misma saga:

  • Autora: Anne Rice
  • Título original: The Tale of the Body Thief
  • Editorial: B de Bolsillo (ediciones B)
  • Fecha de publicación original: 1992
  • Precio: 12’95€
  • Páginas: 608
  • ISBN:  ‎ 978-8490707692
  • Traducción: Marcelo Covian Fasce
  • Colección: Crónicas vampíricas (3/12)
  • Género: Romance/Sobrenatural/Vampiros